26-06-2020
NUEVA YORK.– Hace dos días, IBM anunció que cancelaría todos sus programas de reconocimiento facial e hizo un llamado urgente para iniciar un debate público sobre el uso de esta tecnología entre las fuerzas de seguridad. La decisión se tomó a dos semanas del asesinato de George Floyd en Minneapolis, un episodio que marcó el inicio de una oleada de protestas en todo el mundo contra el racismo y la brutalidad policial.
Anteayer se sumó Amazon a la iniciativa, al prohibir a la policía de Estados Unidos usar su programa de reconocimiento facial Rekognition. El último en unirse a sus rivales tecnológicos fue Microsoft, que ayer prohibió el acceso a sus herramientas debido a la falta de regulaciones gubernamentales.
Sin embargo, la controversia por el uso que se le da a esta herramienta no es algo nuevo. En mayo del año pasado, San Francisco, meca de la tecnología, se convirtió en la primera ciudad de Estados Unidos en prohibirlo a agencias locales, como la autoridad de transporte o la policía. Además, la compra de cualquier tipo de tecnología de vigilancia ahora debe ser aprobada por los administradores de la ciudad.
Incluso un año antes, el propio presidente de Microsoft, Brad Smith, había apelado directamente al Congreso para tomar medidas para administrar esta herramienta, que según él tiene “amplias ramificaciones sociales y potencial de abuso”. Tales eran las preocupaciones de la compañía al respecto que bloqueó su venta a las fuerzas policiales de California. Y en junio de 2019 eliminó silenciosamente su base de datos MS Celeb, que contenía más de 10 millones de imágenes de unas 100.000 personas.
El reconocimiento facial es una forma de autenticación biométrica que interpreta rasgos para verificar la identidad de una persona . En términos generales, todos los sistemas de reconocimiento facial capturan una imagen bidimensional o tridimensional de la cara de una persona y luego comparan la información clave de esa imagen con una base de datos preexistente.
No obstante, hay distintas técnicas o métodos de aplicación de esta tecnología: la forma tradicional, que analiza rasgos distintivos en su versión geométrica o que emplea la estadística en su enfoque fotométrico; el reconocimiento facial tridimensional; el análisis de textura de la piel, y las cámaras térmicas. Cada uno de estos métodos tiene sus ventajas y desventajas, y muchas compañías están trabajando para combinarlos para obtener mayores tasas de éxito.
El desarrollo del reconocimiento facial comenzó en la década de 1960 de la mano de Woody Bledsoe, Helen Chan Wolf y Charles Bisson. Estos pioneros trabajaron para crear una computadora que pudiera reconocer caras. Su enfoque inicial implicaba marcar manualmente puntos de referencia en el rostro, como los ojos y la boca. Las distancias entre puntos de referencia se comparaban entre imágenes automáticamente. Con el tiempo, la tecnología comenzó a interesar a otros.
Aunque muchas veces se asocia al rastreo de criminales o a la persecución de disidentes en países con regímenes autoritarios, el reconocimiento facial penetró en la vida cotidiana de millones de personas en todo el mundo. Al igual que la huella digital o una contraseña, funciona como un recurso de seguridad para desbloquear el celular o como una forma de entretenimiento a través de los filtros en redes sociales.
Incluso las empresas se valen de esta poderosa herramienta para promocionar productos en distintas plataformas y generar experiencias para los usuarios. Volkswagen, por ejemplo, creó una aplicación que pausaba automáticamente los videos de YouTube cuando las personas dejaban de mirar la pantalla.
Pero el reconocimiento facial también se usa como una herramienta de seguridad y vigilancia. En Estados Unidos, 16 estados le permitieron al FBI usar esta tecnología para comparar los rostros de presuntos delincuentes con las licencias de conducir, armando una base de datos de más de 117 millones de imágenes, informó la ONG The Perpetual Line-up. Los aeropuertos también lo utilizan para vigilar a los criminales buscados o aquellos en la lista de “no volar”.
Por su parte, las empresas muchas veces recurren a esta tecnología para monitorear a sus empleados. En las oficinas de Intel en Oregon, por ejemplo, las cámaras graban los rostros de los trabajadores, proveedores y contratistas como parte de un programa que la compañía dice que ayudará a identificar a las “personas de alto riesgo” que podrían representar una amenaza.
Fuente: La Nación