06-09-2019
La transformación digital no está por llegar, ya llegó... y no es una opción (gracias a la AFIP).
Hoy ya no quedan muchas dudas respecto que los beneficios de transformar los proceso de la empresa para que sean "digitales". Rapidez, eficiencia, reducción de costos y errores, son solo algunos de sus beneficios.
Pero la realidad es que una empresa que se a transformado digitalmente funciona de una forma totalmente distinta, tiene otra cultura, piensa y hace cosas que no son posibles de otra forma.
A pesar de estas claras ventajas, muchas empresas se están tomando las cosas con calma. Pero el tiempo se está acabando.
La AFIP, suele ser agente de cambio, que obliga a las empresas a evolucionar por la fuerza. Aún recuerdo, cuando allá por los noventa se estrenó el SIAP y el SICOSS, aplicación que luego de muchas versiones y de su traslado a la nube, aún hoy usan las empresas para liquidar las Cargas Sociales.
En aquella primera versión, el "Formulario 931" solo podía ser impreso mediante impresoras a "chorro de tinta", lo que obligó a muchos a dejar de lado las queridas Epson a "matriz de punto" para volcarnos obligados a la nueva tecnología de impresión.
Algo similar pasó en el años 2008, cuando por razones nunca reveladas, la AFIP obligó a las empresas de seguridad a emitir Factura Electrónica, solo unos meses después de hacer lo propio con las telefónicas, proveedores de internet, medicina prepaga y otros monstruos con mucho más recursos tecnológicos.
En estos días la tercera ola ya está rompiendo sobre nosotros. Con un pésimo timing, la AFIP puso en marcha el régimen de Factura de Crédito Electrónica, muchas empresas están siendo notificadas de que han salido "sorteadas" para que emitan el Libro de Sueldo Digital y para principio del año próximo hará su debut el Libro de IVA Digital.
En el caso de la Factura de Crédito con la muy buena intención de ayudar a la financiación de las Pymes, aunque los resultados están por verse, la coyuntura actual no ayuda.
El libro de sueldos digital de AFIP (no confundir con el que exige el GCBA que es solo un PDF firmado digitalmente) tiene una intención mucho más concreta: auditar. Ya que implica prácticamente exportar a la AFIP datos de los empleados y la liquidación de sueldos, concepto por concepto, que realiza innumerables cruces.
Esto no es necesariamente malo, fomentará una mayor formalización y estandarización, pero obliga a las empresas a un proceso de adecuación en un momento muy duro, en donde todos los recursos están al límite.
Finalmente el libro de IVA digital, era algo que se veía venir. Una vez generalizado el régimen de factura electrónica y contando con los detalles de retenciones y percepciones, la AFIP puede calcular sin ningún problema el IVA a pagar y las empresas solo podrán hacer una que otra modificación.
Las empresas que no tengan digitalizados estos procesos o no cuenten con las herramientas que les permitan cumplimentar con estos requerimientos, deberán dedicar muchas horas de sus empleados a tareas que no agregan ningún valor, tendrán mayores costos y serán menos competitivas. Algo que en realidad ya sucede, pero con otras tecnologías, que aunque no son obligatorias, no hay son una opción.