02-11-2017
SILICON VALLEY.- "Cuando me tomo el Caltrain y veo que a mi lado alguien está trabajando, sé que puede estar creando el próximo Facebook o lo que se viene en criptomonedas", explica la argentina Agustina Fainguersch (27) mientras caminaba por la famosa University Avenue en Palo Alto. El tren y la calle son íconos físicos que ocupan un lugar central en Silicon Valley, la cuna de la tecnología, la innovación y el emprendedorismo. Si bien lleva varias décadas (que en el mundo tecnológico son como siglos), la ciudad ubicada en el norte de California sigue siendo el lugar anhelado para hacer negocios por quienes hoy están creando las empresas del mañana.
Los vehículos autónomos son parte del paisaje, como los drones y los locales sin personal. Beam, por ejemplo, tiene una sucursal en Palo Alto donde atiende a sus clientes de manera virtual a través de una serie de cámaras, controles y videollamadas a través de los robots que comercializan.
Fainguersch es argentina y lleva dos años ahí. Llegó para cursar el "Programa de Soluciones Globales" de Singularity University, una institución que tiene como misión "educar, inspirar y empoderar líderes que apliquen tecnologías exponenciales para resolver los grandes desafíos de la humanidad". Se encontró con un médico sudafricano enfocado en la lucha contra el sida y juntos crearon Muzi, una aplicación para el celular que impulsa el diagnóstico del HIV.
Terminado el programa original, la universidad eligió su proyecto para una etapa de aceleración, que concluyó a fin de año. Hoy, vive en Mission, San Francisco, donde trabaja tanto en Muzi como en la expansión internacional de Wolox, la empresa de desarrollo tecnológico donde es socia y directora.
Las estaciones del tren recorren los distintos lugares que hacen de Silicon Valley una sucursal del futuro en 2017. "Se forman grupos de amigos por compartir una hora diaria y algunos derivan en negocios", explica Lucas Grassi Gurfein, un argentino que vive en la zona. "Las empresas abren y cierran todo el tiempo. Se dice «falla mucho y falla pronto» y realmente no se condena el fracaso siempre y cuando lo hayas intentado", suma, y remarca que la cultura está orientada hacia la acción y no tan cerca del análisis de querer entenderlo todo, como en otros países.
Hewlett-Packard, Apple y Google son de las empresas más valiosas del mundo y todas empezaron con alumnos de Stanford trabajando desde un garage de la zona en algo más valioso que frenos y carburadores. Sus fundadores tienen un estatus social que antes se reservaba para estrellas del cine o del deporte, y se ha escrito hasta el cansancio qué los caracteriza, porque es el sueño de muchos llegar a imitarlos. Una de cada 200 personas comenzó un negocio en los últimos diez años en la región, que equivale al 0,48